- Por Marcel Gutiérrez-Correa (Ph.D)
- Publicado originalmente en La Nación de Costa Rica el 13 de agosto del 2014
En noviembre de 2011 el actual gobierno promulgó la ley de moratoria a los transgénicos por un periodo de diez años. Esto fue el resultado de cuatro años de una intensa y muy costosa campaña (financiada con dineros internacionales) por parte de activistas anti-transgénicos pertenecientes a ONGs y algunos medios. El inicio de la mayor arremetida mediática fue en noviembre de 2007 con la publicación de una seudoinvestigación desarrollada por una conocida activista anti-transgénicos en la que supuestamente demostraba que había siembra de maíz transgénico en Barranca (al norte de Lima). La investigación estaba plagada de errores procedimentales y metodológicos. Esta investigación fue duramente criticada por los especialistas y, uno de nosotros, el Dr. Ernesto Bustamante, fue enjuiciado por difamación, cargo que fue desestimado en segunda instancia por la Corte Superior de Justicia de Lima. Sin embargo, aunque posteriormente se demostró científicamente la falsedad de los “hallazgos” de Barranca, éstos fueron parte del sustento de la campaña mediática.
Si bien la estrategia desarrollada por los grupos anti-transgénicos fue la del miedo y amedrentamiento, similar a la que han usado y usan en otros países para conseguir moratorias, en Perú se centró preferentemente en una supuesta pérdida de la biodiversidad lo cual tocó fuertemente la vena patriótica, nacionalista; y es que mi país es megadiverso, como lo es Costa Rica, y su gente se siente muy orgullosa de ello. Sin embargo, la pérdida de la biodiversidad por introgresión de un transgen en una población sexualmente compatible no es un fenómeno fácil – p.ej., se requiere 10,059 años para que un transgen se fije en una población silvestre de maíz. Infortunadamente, frente a la enorme y bien financiada campaña solo un grupo de científicos especialistas formaron la asociación PerúBiotec con muy pocos recursos y salieron al frente, aceptando debates públicos principalmente en la capital y con muy poco acceso a los medios, al interior del país y a los políticos. Una batalla muy desigual que se tenía que perder en perjuicio del país.
En el Perú la ley de moratoria tuvo como supuesto objetivo “proteger la biodiversidad” hasta que se construyan capacidades para la detección e investigación en transgénicos, capacidades que el país ya disponía. Aunque la ley permite investigaciones en confinamiento, se ha desmotivado completamente el financiamiento de este tipo de investigaciones por la incertidumbre de su aplicabilidad. Lo cual ha desmotivado también las investigaciones sobre usos biotecnológicos de la biodiversidad. Después de los diez años de duración de la moratoria lo único que se habrá conseguido en términos de capacidades es un enorme retraso en modernizar nuestra agricultura, en la carencia de biotecnologías para el uso sostenible y económico de la biodiversidad y en una escasa experiencia en investigación en ingeniería genética de cultivos agrícolas. Es decir, ningún beneficio.
Fuente: El Caso del Maíz Amarillo Duro: Lo Que Perdemos con la Moratoria
En términos económicos y sociales los más perjudicados por la moratoria son los agricultores. En particular, los agricultores algodoneros y los agricultores de maíz amarillo duro (MAD) cuyos rendimientos promedio están en 4 TM/ha en 300 mil hectáreas. Lo cual implica que solo abastecen el 40% de la demanda nacional de MAD. Estos agricultores tienen rentabilidades menores a 11% y son bastante pobres pudiendo, sin embargo, incrementar sus rentabilidades entre 2.1 a 3.2 veces usando variedades transgénicas. Sin embargo, son los agricultores algodoneros los que se encuentran en las peores condiciones con rentabilidades muy bajas debido a los bajos rendimientos y bajos precios internacionales. La única alternativa para ellos es el algodón transgénico. Hemos estimado que en los diez años de moratoria los algodoneros habrán dejado de percibir más de 1,320 millones de dólares.
Un incremento en el rendimiento de solo un 10% incrementa la rentabilidad 4.5 veces. El costo del pesticida se reduce en un 60%. Fuente: Otra víctima de la moratoria a los transgénicos: el agricultor algodonero peruano.
La moratoria no es buena, es la peor decisión que puede tomar un país en vías de desarrollo. Esta medida solo es buena para llenar los bolsillos de los activistas anti-transgénicos de las ONGs. Una de las lecciones aprendidas en Perú es que los científicos especialistas deben salir al frente, no con la rigidez del lenguaje científico sino con un lenguaje simple entendible por las amas de casa, los empresarios, los políticos y, sobretodo, los agricultores que son los más perjudicados con la moratoria. Pero sí deben tomar las evidencias y la visión optimista de la ciencia para rebatir en todos los campos, incluyendo activamente las redes sociales, al miedo, al mito y al amedrentamiento que es la estrategia que siempre se emplea cuando se carece de la verdad y se siguen directivas ideológicas. El Parlamento debe convocar y escuchar a los científicos pues es un tema que está en ese ámbito y porque la moratoria solo trae atraso al país.
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Sobre el Autor
El Dr. Marcel Gutiérrez-Correa es Biólogo (Universidad Nacional Agraria La Molina, Perú), con una maestría en microbiología de suelos (Rutgers University, Estados Unidos) y un Doctorado en Biotecnología (Gifu University, Japón). Es Director del Laboratorio de Micología y Biotecnología de la Universidad Nacional Agraria la Molina (UNALM) y miembro de la American Society for Microbiology, Society for Applied Microbiology, International Society of Food, Agriculture and Environment, European Federation of Biotechnology,, Federation of European Microbiological Societies, Academy Science Society y la Academia de Ciencias del Perú .
Fue Embajador para la Región Andina de la ASM y Coordinador del Programa Doctoral en Ciencias e Ingeniería Biológicas de la UNALM. Especialista en Bioeconomía y Biotecnología Industrial con énfasis en enzimas y etanol. Fue Presidente de la Primera Comisión Nacional de Biotecnología en 1986. Ha sido consultor en Biotecnología del BID, Corporación Andina de Fomento, Ministerio de Industria, CONCYTEC e INAGRO y es Editor Asociado del Journal of Omics Research y Editor Regional del Journal of Agriculture, Food and Environment. Tiene más de 80 publicaciones científicas.
Investiga en el área de Biotecnología Industrial con énfasis en biotecnología de enzimas y etanol. El principal grupo de enzimas microbianas investigadas son las celulasas, glucanasas, xilanasas y pectinasas las cuales tienen un uso muy importante en las nuevas tecnologías de elaboración de jugos de frutas, en la industria textil, en el pulpeo enzimático del papel y la producción de etanol. La investigación de este grupo de enzimas abarca todos los aspectos considerados en el enfoque biotecnológico: fisiología, genética incluyendo técnicas moleculares y genómica funcional (transcriptómica y proteómica), construcción de factorías celulares, ingeniería biológica incluyendo el diseño y operación de biorreactores y sistemas de producción en Sistemas de Adhesión a Superficies, tanto en sustrato sólido como en biopelículas. Ha transferido una tecnología de producción de enzimas a una empresa peruana. Así mismo, investiga en la producción de etanol a partir de materiales lignocelulósicos.
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